El alma japonesa a través de su lectura

Por: Masateru Ito

Tras 40 años de mi experiencia como diplomático especializado en los países de habla española, he tenido la convicción de que el camino más efectivo para dar a entender el alma japonesa a los hispanohablantes sería la lectura de obras clásicas de su literatura. De allí que al retirarme de la carrera diplomática en 2004, empecé a dedicarme a la traducción de obras clásicas japonesas con la colaboración de profesores nativos.

Paul Claudel (1868-1955), diplomático y poeta francés confesó lo siguiente en 1943 cuando era probable que el Japón perdiera en la Segunda Guerra Mundial: “Existe un pueblo cuya desaparición no deseo de ninguna manera. Es el pueblo japonés. No conozco otro pueblo que posea una civilización tan interesante desde los tiempos antiguos. El gran desarrollo reciente del Japón no es nada extraño para mí. Ellos son pobres pero nobles.”

El otro es Octavio Paz, Premio Nobel de literatura: “Japón ha dejado de ser una curiosidad artística y cultural: es (¿fue?) otra visión del mundo, distinta a la nuestra pero no mejor ni peor: no es un espejo sino una ventana que nos muestra otra imagen del hombre, otra posibilidad de ser”.

Mi primera traducción fue “HOJOKI, Canto a la vida desde una choza”, escrito por Kamo no Chomei a principios del siglo XIII. Es una prosa poética de estilo impecable que expresa no sólo el lamento de la transitoriedad del mundo, sino un elogio de la libertad del espíritu y el gusto por la elegancia. 

Luego emprendí Ogura Hyakunin Isshu (Cien Poetas, Un Poema Cada Uno), que incorpora excelentes poemas compuestos durante aproximadamente 600 años, desde el S. VII hasta el S. XIII. No sería ninguna exageración decir que es el mejor libro como introducción para conocer el alma y la idiosincrasia del pueblo japonés. 

También Man’yoshu, antología de poemas del S.VII al S. VIII. Los estilos de cantos son muy variados. Se levantan ahí las voces de diferentes clases sociales: junto con los emperadores y princesas, el padre que se preocupa por su hijo que sale de viaje; la mujer que llora su mala suerte ante la despedida de su marido que parte para la batalla; el joven que se inquieta por la salud de un amigo suyo, etc.

El haiku se compone hoy en día, no sólo en Japón sino muchos países y regiones del mundo, y su gran maestro es Matsuo Bashô del S. XVII, quien dejó Sendas de Oku, diario de viaje que realizó a la región noreste del país. Está escrito con un estilo sencillo, pero sublime y en los párrafos breves se condensa una intensa y profunda sensibilidad. 

También cabe destacar TANNISHO, obra fundacional del budismo que ha ejercido gran influencia en la formación espiritual del pueblo japonés (S. XIII). Es una obra clásica que ha venido proporcionando al pueblo japonés la valentía para vivir y alivio para la herida del corazón. Suele recomendarse este, si se permite llevar un solo libro a una isla inhabitada.   

Asimismo, traduje “Este mundo astuto” de Ihara Saikaku, cronista del nacimiento del capitalismo en Japón (S. XVII), como casi dos siglos antes de Balzac (1799 – 1850). Es una muy interesante narración con el tema del dinero que van revelando la formación del capitalismo en Japón dentro de un ambiente urbano. Veinte relatos de cómo pasar la Nochevieja, el día más dramático para los comerciantes.

He traducido también obras modernas como Un puñado de arena, Tristes juguetes y Diario en roomaji de Ishikawa Takuboku (del S. XIX al S. XX), revolucionario de waka o tanka (poemas de 31 sílabas). El confiesa sobre sus tankas: “Es un segundo de vida que nunca volveré a experimentar en mi vida. Yo adoro ese segundo. Para expresarlo, el tanka es el método más cómodo por su brevedad… Yo escribo poemas porque amo la vida, porque me adoro a mí mismo más que a ninguna otra cosa”.    

No es una tarea fácil traducir obras literarias japonesas al español. El español es una lengua muy lógica, a diferencia del idioma japonés, ambiguo y no muy lógico. Por ejemplo, la indefinición de género y número. Hay un relato de Akutagawa Ryunosuke titulado Muerte de un cristiano. En japonés, por la indefinición de género, ese cristiano puede ser hombre o mujer. Al final del relato se descubre que es una mujer. Pero si traduzco el título como “Muerte de una cristiana”, se pierde la gracia por completo. Si traduzco “un cristiano”, traiciono a los lectores. Asimismo, como no hay diferenciación de plural y singular, cuando el original japonés dice “se paró pájaro en rama seca”, no se sabe si se trata de un pájaro o varios pájaros ni una rama o varias ramas. El traductor es quien tiene que decidir. Otra situación es que el japonés tiene una notable abundancia de palabras para designar diferentes tipos de viento, lluvia, cielo o cientos de formas de referirse al agua, nubes. Surge además otro rasgo reseñable: los japoneses nunca se cansan de escribir sobre hierbas del otoño – todas las cuales tienen nombres latinos, farragosos cuando se trata de traducir sus nombres desde el japonés. En cambio, parecen sentir absoluta indiferencia por, digamos, la rosa, aunque ésta no les sea desconocida. Los casos mencionados podrían multiplicarse hasta abarcar casi todas las imágenes más frecuentadas o los lugares más comunes de ambas lenguas. 

El lenguaje y la cultura son dos caras de la misma moneda. Creo que la traducción es expresar la cultura que está oculta detrás del lenguaje.

Comentario:

Justo hace un año, en medio de la pandemia, tuvimos el honor de tener una plática introductoria a la literatura clásica japonesa por parte del embajador Ito en nuestro círculo. Fue una tarde muy amena, donde cada una de las presentes experimentamos una sed ávida de conocer y profundizar en la cultura japonesa. 

Compartimos con ustedes lectores, esta maravillosa oportunidad para leer literatura clásica japonesa en lengua castellana y les invitamos a visitar el sitio web del embajador Ito (https://masateruito.com).

Es nuestro deseo que este artículo sea la invitación perfecta para adentrarse  en el alma de Japón.

Alejandra Mayo

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