Los lazos entre México y Asia, ayer y hoy

Por: Mtra. Olimpia García Aguilar

En el puerto de Acapulco, en la Nueva España, a principios del siglo XVII, una joven llamada Catarina de San Juan baja de la Nao junto con toda clase de mercancías orientales que encantaban a los novohispanos y a los europeos: marfiles, lacas, sedas, especias; pero sobre todo, gente que como ella había caído en esclavitud y sería vendida en México. 

La Nao de China de Jorge Best

Así comenzaba la historia que hace más de veinte años encontré en un libro que dormía en uno de los anaqueles de la Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de México. Lo comencé a leer ahí mismo y me encontré con una de las historias más extrañas y fascinantes que he conocido: la vida de Catarina de San Juan. 

Contaba la historia que Catarina había sido una princesa pero que una mañana, caminando por la playa con otros jóvenes, unos piratas portugueses la habían atrapado. Fue entonces cuando su vida cambió. La despojaron de sus ricos vestidos y preciosas joyas y la vendieron como esclava en el siguiente puerto. Su primer viaje había comenzado. Muchos años más tarde, cuando Catarina era ya una mujer vieja, el sacerdote jesuita Alonso Ramos escribió la biografía más extensa de la Nueva España acerca de la vida y las aventuras de Catarina.

Su libro en tres volúmenes se titula Los prodigios de la omnipotencia y milagros de la gracia de la venerable Catarina de San Juan (Puebla, 1689, 1691, 1692) y consta aproximadamente de mil hojas. El bachiller José del Castillo también biografió a Catarina en un texto más modesto y si vale decirlo, también más realista. Este mismo autor escribió su autobiografía y en ella habló también, y quizá de manera más humana, de Catarina. Por último, el jesuita Francisco Aguilera escribió un sermón fúnebre con varias noticias biográficas de la beata, probablemente tomadas de los dos autores anteriores.

Grabado de Catarina de San Juan y Portada original del libro de los prodigios de la omnipotencia y milagros de la gracia

Luego de su secuestro, Catarina viajó de puerto en puerto por Asia, hasta que cruzó el Océano Pacífico desde las islas Filipinas hasta llegar al puerto de Acapulco. De ahí se trasladó a la ciudad de Puebla, donde vivió como esclava algunos años, pero al morir su amo quedó libre. Fue entonces cuando comenzó a desarrollar visiones celestiales. En su juventud solía ver a la Virgen con santa Ana y san Joaquín en el campo, jugando con el niño Jesús. Ya en su madurez veía constantemente a Jesucristo, dialogaba con él y en alguna ocasión, relató haber subido al Cielo a compartir con él la comida. Más cercana a la vejez sus visiones la llevaron a luchar contra los demonios y a viajar por los aires para enfrentarse a los piratas que azotaban las costas de México. Sin embargo, nada de esto la hacía una beata distinta a las demás, ya que había muchas mujeres en la Nueva España con sus mismas características visionarias. Lo que la hizo distinta a las otras fueron las virtudes con las que vivía día con día, su amor desinteresado por el prójimo, su disposición de rezar por los más necesitados y su capacidad de dar lo poco que tenía a los más pobres. 

El Centro Internacional de Cultura Hispanoamericana me hizo una cordial invitación en enero de 2020 para dar una conferencia de este tema en la Embajada de México. Durante mi visita a Japón también fui invitada, gracias a la organización del mismo Centro, a una plática de carácter más informal con lectores de la Biblioteca del Instituto Cervantes en Tokio acerca de Catarina de san Juan y también del santo mexicano Felipe de Jesús, quien murió como mártir en 1597 en la ciudad de Nagasaki. Ambas pláticas se basaron en dos artículos que publiqué en México: Catarina de San Juan y su biógrafo. Relaciones, amistad y edificación en la autobiografía de José del Castillo Grajeda, (UNAM, 2007)  https://mujeres.historicas.unam.mx/?p=4168  El regocijo y la voz: Antonia Martínez ante las fiestas de beatificación de su hijo, Felipe de Jesús, (UAM, 2013) https://www.academia.edu/39279032/El_regocijo_y_la_voz_Antonia_Mart%C3%ADnez_ante_las_fiestas_de_beatificaci%C3%B3n_de_su_hijo_Felipe_de_Jes%C3%BAs

La experiencia de compartir con el Centro Internacional de Cultura Hispanoamericana, con la Embajada de México y con el Instituto Cervantes mi pasión por la historia y la literatura novohispana pudo cristalizarse gracias a la intervención y atenciones de Alejandra Mayo, entonces encargada de Relaciones públicas y Gabriela Lantz, en aquél momento presidente de CICHA.

CICHA en la embajada de México

Ha sido una extraordinaria oportunidad académica recordar estos lejanos vínculos entre México y Asia y, específicamente, Japón, pero además ha sido también una experiencia cultural muy enriquecedora para mí el conocer Tokio, su cultura, sus tradiciones y su hospitalidad. Ha sido muy agradable intercambiar experiencias con los lectores de mis artículos, platicar acerca de las impresiones que tuvieron de Catarina de san Juan y de san Felipe de Jesús. Fue igualmente interesante conversar con Emmanuel Trinidad, Consejero de Asuntos Culturales de la Embajada de México en Japón, acerca de la actualidad de algunos de los pasajes de la vida de Catarina debido a sus conocimientos acerca de este personaje. Agradezco también la hospitalidad y amable recepción de David Carrión, Jefe de Biblioteca del Instituto Cervantes de Tokio quien nos brindó las facilidades de llevar a cabo una plática extensa y muy amena con los miembros del Club de Lectura de la Biblioteca. 

Sin duda ha sido para mí una experiencia inolvidable, llena de sorpresas, de amabilidad, de encuentros culturales intensos y enriquecedores. Experiencia que agradezco desde el corazón a la hermosísima ciudad de Tokio y a CICHA.

Deja un comentario